lunes, 18 de mayo de 2009

La aventura de ser Docente

Si te atreves a enseñar, no dejes de aprender. (John Cotton Dana).


Recuerdo perfectamente cuando inicie como docente, un profesor había renunciado por asuntos personales y de ésta forma se me presenta la oportunidad que tanto había esperaba.

Mi primera experiencia fue con un grupo en el que predominaban chicos líderes, aparentemente ejercían un dominio de las reglas establecidas en la escuela y no permitían fallas. Les hablo de un grupo unido en donde era fácil hacer complot en contra del profesor que no cubría sus expectativas. Efectivamente no era la persona que esperaban, posiblemente porque era novata y me encontraba con desventaja ante su maestro que tenía casi 15 años de experiencia, percibí un ambiente no muy grato. En aquel entonces, mis clases eran prácticamente expositivas, con demasiado contenido. En definitivo tuve que cambiar la estrategia porque los resultados no eran favorables. Afortunadamente me armé de valor, paciencia, procuré escucharlos, opté por enrolarme en sus actividades y proyectos escolares. Me identifiqué con el artículo del Maestro Esteve al respecto del profesor novato, muchas de las cosas que menciona las experimenté, sólo contaba con la capacitación que había recibido en la universidad, no tenía conocimiento de cómo desarrollar una clase, ni de cómo promover la comunicación con mis alumnos, de cómo motivarlos, pude sentirme desesperada al observar que lo que planeaba no me salía del todo bien. Tuve que trabajar en ello cómo generar un ambiente propicio para el aprendizaje. En ocasiones recurría a cambiar la dinámica de la clase para que esta fuera más atractiva. El primer año fue crucial, lleno de cambios, de preocupaciones, de búsquedas, de adaptación a una etapa en donde estaba consciente de la gran responsabilidad que tenía a mi cargo y este era el de formar a individuos que forman parte de nuestra sociedad. Este es el motor que me impulsa a capacitarme, actualizarme y mejorar mi práctica docente.

Cabe mencionar que es una tarea que nos exige bastante. Debemos recordar que el trabajo como docente no solamente se limita a el tiempo que se invierte en una clase de 50 min. sino que esto se extiende a horas en casa planeando, calificando, buscando alternativas de solución a problemas que se generan en el aula. Ésta labor para mi es una tarea de transformaciones y de aprendizajes constantes.

Existe un sin número de satisfacciones diarias y me refiero a las inmediatas que surgen cuando alguien te pregunta algo con mucho interés hasta las que se dan en un mediano plazo y la vida te permite darte cuenta de que vale la pena lo que haces; formar, enseñar. Este es un compromiso que solo los que tienen la vocación persisten.

Les envío un saludo afectuoso.

Ana Lidia García Salaiza.

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